Características, usos y cultivo avanzado del árbol de acacia
- La acacia es un género de más de 1.200 especies con gran valor ornamental, ecológico y económico.
- Sus hojas, flores y raíces presentan adaptaciones únicas, siendo pionera en fijación de nitrógeno y control de erosión.
- Resulta ideal para jardines sostenibles, restauración ambiental y producción forestal, aunque algunas especies pueden volverse invasoras.
La acacia es un género de árboles y arbustos que destaca por su belleza, resistencia y valor ornamental y ecológico, siendo uno de los grupos botánicos más extensos y versátiles en el mundo vegetal. En el presente artículo descubrirás absolutamente todas las características del árbol de acacia, los detalles de su historia, usos, importancia ecológica y económica, así como una guía práctica y avanzada para su cultivo, cuidados y aplicación en jardinería, silvicultura, restauración ambiental y aplicaciones industriales, integrando todo el conocimiento actualizado al respecto para convertirte en un verdadero experto en acacias.
El género Acacia pertenece a la familia Fabaceae (Leguminosas) y a la subfamilia Mimosoideae. Agrupa actualmente unas 1.200 a 1.400 especies aceptadas, aunque se han descrito más de 3.000 en literatura botánica, distribuyéndose principalmente en regiones tropicales y subtropicales, destacando Australia y África como puntos de mayor diversidad. La acción antrópica ha extendido su presencia como especie ornamental, forestal, melífera y protectora en todos los continentes, especialmente en zonas mediterráneas donde su adaptación y longevidad son notables.
El nombre “acacia” proviene del griego akis, que significa espina, en referencia a las espinas defensivas de muchas especies africanas. Popularmente, en España y otras regiones, también se designan como mimosa por el parecido de sus hojas con las de las especies del género Mimosa.
El aspecto y estructura de la acacia varían dependiendo de la especie y el ambiente donde se desarrolla, pero existen rasgos generales que definen a este extraordinario género:
- Forma y porte: Pueden ser desde arbustos bajos y enmarañados hasta árboles de gran altura, superando los 25-30 metros en algunos casos, aunque la altura promedio de las especies ornamentales oscila entre 5 y 12 metros. El porte suele ser piramidal, globoso o aparasolado, con copas abiertas, a menudo frondosas, perfectas para proporcionar sombra.
- Corteza: Varía del gris claro al marrón oscuro, con texturas lisas en ejemplares jóvenes y con profundas fisuras longitudinales en los ejemplares adultos, especialmente en especies como Acacia dealbata o Acacia saligna.
- Ramas: Suelen ser flexibles, angulosas, ramificadas desde la base, a veces con espinas muy marcadas (espinosas o inermes según la especie). Muchas presentan una pubescencia (finos pelos) que le confiere un tacto y color satinado.
- Sistema radicular: Muy desarrollado y expansivo, con raíces principales poco profundas pero extensas, lo que permite a la acacia anclar con firmeza el terreno, combatir la erosión y aprovechar aguas profundas o dispersas; fijan nitrógeno atmosférico gracias a la simbiosis con bacterias del género Rhizobium, mejorando la fertilidad del suelo donde están plantadas.
- La hoja de la acacia es uno de sus rasgos más fascinantes por su gran diversidad morfológica y adaptación ecológica.
- Composición: Pueden ser bipinnadas (divididas en numerosos foliolos pequeños distribuidos a ambos lados de un eje) o reducidas a filodios (peciolos ensanchados y aplanados que asumen la función fotosintética de la hoja verdadera). Los filodios son una clave de supervivencia en especies de ambientes áridos, como Acacia longifolia y Acacia saligna.
- Persistencia: Las hojas pueden ser perennes (se mantienen durante todo el año en zonas templadas o tropicales) o caducas (caen en la época seca o frío extremo), según la especie y el clima local.
- Tamaño y color: La longitud varía de 1 a 25 cm, con colores que van del verde claro al azul grisáceo, a veces con tonalidades plateadas.
- Adaptaciones: En condiciones de alta insolación o aridez, muchas acacias sustituyen las hojas compuestas por filodios, disminuyendo la pérdida de agua.
En muchas especies, los folíolos presentan glándulas nectaríferas para atraer insectos aliados o incluso hormigas que defienden al árbol de herbívoros, generando relaciones mutualistas muy destacadas en ecología.
Las flores de la acacia son uno de los mayores atractivos del género, destacando por su valor ornamental, su aroma y su importancia para polinizadores.
- Inflorescencias: Los racimos pueden ser globosos (tipo pompón) o cilíndricos, agrupando cientos de pequeñas flores bisexuales, de color amarillo intenso o dorado, aunque hay variantes blancas y anaranjadas según la especie.
- Floración: En el hemisferio norte, muchas especies florecen entre finales de invierno y primavera, mientras que otras especies de climas subtropicales pueden hacerlo a lo largo de todo el año. La exuberancia de la floración es tan notoria que la acacia forma auténticos mantos amarillos en parques y caminos.
- Aroma: Las flores son intensamente fragantes, lo que las convierte en plantas melíferas de gran interés para la apicultura.
- Frutos y semillas: El fruto es una legumbre, generalmente aplanada o subcilíndrica, dehiscentes o indehiscentes, con numerosas semillas (entre 10 y 20 por fruto en promedio), de forma discoidal y con arilos vistosos que facilitan la dispersión por aves y pequeños mamíferos.
Las semillas de acacia cuentan con una cubierta dura, por lo que requieren un tratamiento previo (escarificación o choque térmico) para garantizar una germinación óptima, proceso que puede acelerarse en la naturaleza tras incendios forestales, donde la alta temperatura activa la germinación de los bancos de semillas.


